PORTADA: Fraude Mortal

Cometen las Corporaciones “Maquillándose de Verde” para mostrar sus falsas “Cero Emisiones Netas” y ocultar a todo el planeta sus Gases de Efecto Invernadero (GEI)

Manifestación por el clima en San Francisco, Estados Unidos, 2019. Foto: Climate Justice Alliance video de Vimeo “Defend the Sacred, End Climate Capitalism, and Support Community Solutions from the Frontlines”

Por GRAIN

Las corporaciones han aumentado su maquillaje verde para bloquear cualquier acción que permita controlar sus emisiones de Gas de Efecto Invernadero (GEI). Tras cinco años de no haber hecho nada por avanzar hacia los objetivos establecidos en el Acuerdo de París 2015 a los que se comprometieron, muchos de los grandes contaminadores, como Nestlé y Shell, están haciendo ahora promesas de “emisiones netas cero”, sobre todo para satisfacer las necesidades de relaciones públicas de los financistas que les entregan fondos. El cambio hacia el maquillaje verde corporativo no logrará nada en la reducción de las emisiones, pero tiene el riesgo de generar un masivo acaparamiento de tierras forestales y agrícolas, particularmente en el sur global. Las corporaciones del sector alimentario y de los agronegocios son los principales actores en esta gran estafa. Las acciones en favor del clima continuarán siendo afectadas por este maquillaje verde de las corporaciones, hasta que las personas recuperen el control del financiamiento, los territorios y los gobiernos, que las corporaciones detentan ahora.

Las corporaciones son, sin lugar a dudas, el principal obstáculo para una acción significativa ante la crisis climática. Estos omnipotentes actores se han dedicado durante los últimos veinte años a socavar el consenso científico, a bloquear la legislación relacionada al tema y maquillar su propia responsabilidad. Incluso el débil compromiso del Acuerdo de París —mantener al mundo en los 1,5 grados de aumento de temperatura, lo cual ya es desastroso— no ha logrado nada por detener la codicia corporativa que está llevando al planeta a su límite.

Desde la firma del Acuerdo de París en 2015 y su promesa de soluciones basadas en el mercado, pocas corporaciones han hecho el mínimo esfuerzo por dar a conocer sus emisiones, y mucho menos han impulsado acciones para reducirlas. De las 500 principales corporaciones del mundo, sólo 67 hicieron compromisos alineados con el Acuerdo de París para reducir sus emisiones. La gran mayoría de las corporaciones aún no dan a conocer sus emisiones, ni han tomado acciones para abordarlas. Además, aunque ninguna corporación financiera global ha adoptado todavía políticas para frenar la quema de combustibles fósiles, el dinero que canalizan a las compañías de combustibles fósiles, ha aumentado cada año desde que se adoptó el Acuerdo de París, sumando más de 2 billones 700 mil millones de dólares en los últimos cinco años.

Las compañías agrícolas y productoras de alimentos están entre las de peor desempeño. La preocupación por su papel en la crisis climática está en aumento, y ya el último informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático calcula que el sistema de producción de alimentos produce hasta un 37% del total global de emisiones de GEI. Incluso, de las 35 principales compañías productoras de carnes y lácteos, las principales culpables del daño climático dentro del sector, sólo una de ellas se ha comprometido a reducir sus emisiones absolutas según las metas del Acuerdo de París. Esto no ha evitado que estas compañías reciban miles de millones de dólares de las corporaciones financieras globales, incluyendo aquéllas que afirman estar comprometidas con la inversión responsable.

Cuando la crisis climática no era tan evidente físicamente, como lo es hoy, resultaba más fácil para las corporaciones no hacer nada y salir bien librados. Ahora además tienen que luchar contra un movimiento juvenil por el clima, que está presionando a los gobiernos y que apunta directo a las corporaciones, incluidas las compañías financieras que continúan canalizando los ahorros de la jubilación de la gente hacia los peores contaminadores. Y entonces aparece la pandemia del Covid-19, que abre un agujero en el consenso neoliberal y deja clara la importancia de que los gobiernos intervengan en respuesta a emergencias globales. Sin mencionar que ya no está más en La Casa Blanca alguien que negaba la crisis climática. Para las corporaciones, hay un riesgo real de que los gobiernos, por fin, se pongan serios y comiencen a imponer políticas y regulaciones, que reduzcan sus utilidades y su poder.

Por supuesto, las corporaciones contraatacan a lo grande, unificadas en una campaña de maquillaje verde para rotularse a sí mismas como las proveedoras de soluciones. No hay un día sin que haya un anuncio de alguna iniciativa corporativa o promesa de alcanzar los objetivos de París de “emisiones netas cero” para 2050. En la revisión de los planes de ruta la definición de los proyectos y los escenarios para llegar a las emisiones netas cero que las corporaciones están ha-ciendo públicos, se demuestra que su versión de emisiones netas cero es, realmente, sólo un compromiso con mantener el crecimiento de sus operaciones altamente contaminantes y (posiblemente) compensar estas emisiones mediante el pago a otros para extraer el carbono de la atmósfera. Los planes son científicamente incorrectos y ponen la mayor parte de la carga y el riesgo en los hombros de las comunidades en el sur global, cuyas tierras serán el objetivo de estos programas de compensación.

Las corporaciones de todos los sectores, incluida la poderosa industria financiera, están promoviendo agresivamente este engaño de las emisiones netas cero como evasión ante las regulaciones que afecten sus operación. Por ejemplo, 545 compañías financieras, con un total combinado de 52 billones de dólares en activos administrados por ellas, lanzaron recientemente la iniciativa Climate Action 100+ para “asegurar que los más grandes emisores de gases de efecto invernadero del mundo” transiten hacia emisiones netas cero hacia 2050. Al mismo tiempo, muchas de estas corporaciones están cabildeando fuertemente contra la intervención gubernamental sobre el financiamiento que entregan a las compañías contaminantes, insistiendo que, de algún modo, ellas están en una mejor posición para decidir cómo debe ser distribuida la inversión para las soluciones climáticas. El compromiso de parte del sector financiero, aunque es sólo un lavado de imagen, pone mayor presión sobre las corporaciones para que den a conocer sus emisiones y se comprometan en lograr emisiones netas cero, para así satisfacer a quienes les dan de comer. Ésta es la principal razón por la que estamos viendo una gran cantidad de promesas corporativas de emisiones netas cero, incluidas las de los agronegocios y el sector que produce alimentos. Este cambio hacia el maquillaje verde corporativo, que se basa sobre todo en compensa-ciones, se está tornando más peligroso que la negación climática de hace unos meses.

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