Tres resoluciones de Año Nuevo contra la Dictadura
Por Tania Del Río Solórzano
En 2017, leí un libro que me dio mucho miedo. No fue una historia de terror. Trataba sobre la Tiranía, de Timothy Snyder, quien recoge una serie de lecciones históricas ilustrativas que pueden ser una útil referencia en los próximos años para quienes vivimos en Estados Unidos.
Snyder recuerda cómo muchas personas razonables en épocas previas a la toma del poder de varias dictaduras en la Europa de los años 30 se sentían confiadas de que sus instituciones sobrevivirían la tormenta nacionalista/fascista. No reconocieron las señales de lo que vendría.
Si el 2018 nos trae sorpresas del tipo autoritario, Snyder tiene consejos para evitar que la democracia más grande de la historia se convierta en una tiranía. Con base en este excelente libro (¡léalo!, es muy corto), les presento las siguientes resoluciones que quisiera nos propusiéramos para evitar que Donald Trump y sus secuaces nos secuestren en 2018.
• Votar (para ciudadanos):
Cualquier elección puede ser la última de tu vida. Snyder cita al héroe de una novela de David Lodge que decía que cuando haces el amor por última vez, casi nunca sabes que estás haciendo el amor por última vez.
Las elecciones, dice, son iguales. Muchos de los alemanes que votaron por el Partido Nazi en 1932 pueden no haber entendido que sería la última elección libre durante algún tiempo.
Quienes no votaron, por flojera o ignorancia, mucho menos. Algunos de los checos y eslovacos que votaron por el Partido Comunista checoslovaco en 1946 probablemente se dieron cuenta de que estaban votando por el fin de la democracia, pero la mayoría asumió que tendría otra oportunidad. Y los rusos que votaron en 1990, supone Snyder, no pensaron que sería la última elección libre y justa en la historia de su país (hasta la fecha).
Cualquier elección puede ser la última en tu vida, por lo que no hay que tomar esta obligación y derecho con ligereza, ni desperdiciarla. El 18 de septiembre (elecciones primarias) y el 6 de noviembre de 2018 (elecciones generales), ¡Vota!.
• No obedecer ciegamente:
Pocos estudios científicos demuestran una aterrorizante faceta de la condición humana mejor que los experimentos que condujo Stanley Milgram en Connecticut en 1963 (si quiere saber más, recomiendo la película Experimenter en Netflix).
El estudio buscaba medir hasta qué punto una persona podía lastimar a otra con tal de cumplir las órdenes de una figura de autoridad. Los científicos esperaban que sólo de 1 a 3% de los participantes, bajo órdenes de un cientìfico en bata de laboratorio, llegarían a administrar shocks eléctricos de la máxima intensidad a un sujeto (en realidad un actor), a pesar de que éste emitiera alaridos, protestas, exigencias de liberación y, al llegar a los voltajes más altos, silencio, dando a entender al participante que la persona estaba inconsciente (o peor).
Para su sorpresa, 65% de los sujetos llegaron a administrar la descarga más intensa, sugiriendo que la tendencia de la mayoría de los seres humanos “normales” es de obedecer a las figuras de autoridad ciegamente.
Milgram, cuya familia incluía varios sobrevivientes del Holocausto, buscaba entender el papel de la obediencia en la comisión de atrocidades en escala masiva como la que ocurrió en la Segunda Guerra Mundial.
Tras conocer los resultados del experimento, que anteriormente tenía intención de repetir en Alemania, comentó tristemente: “Encontré tanta obediencia que realmente no vi la necesidad de llevar el experimento a Alemania”.
Tenemos que cuidarnos de esta tendencia que vive en todos nosotros. Hay que considerar seriamente cada acción de obediencia que llevemos a cabo. Una de las lecciones en el libro de Snyder es mantener muy presentes los códigos de ética de las profesiones a las que pertenecemos.
Los doctores, con el Juramento Hipocrático, los abogados con el marco legal, etcétera. Si se nos llega a presentar una situación en la que una persona en un puesto de autoridad nos solicita cometer un acto en contra de la ética o la moral, debemos estar listos para pensar y actuar de manera independiente. No será tan fácil como imaginamos.
• Buscar la verdad:
Snyder explica y muestra varios ejemplos de cómo los ataques contra la verdad erosionan la democracia.
Cuando nada es verdad, no se puede criticar al poder porque no hay una base para ello. El control de la información permite a las dictaduras crear una realidad alterna en donde solo ellos son los héroes.
Los villanos pueden ser cualquier grupo que ellos decidan. Este elemento ha sido crucial para que la dinastía Kim se mantenga en Corea del Norte –el Reino Hermético–, por ejemplo.
Snyder también advierte que los eslóganes y repetición de “encantamientos” ayudan a convertir estas mentiras en realidad. Lo vimos en Ruanda cuando la incesante repetición del término “cucarachas” convenció a la población Hutu de que sus connacionales Tutsis debían ser eliminados.
Es muy fácil ver comportamientos paralelos por parte de Trump. Su continua repetición de apodos como Crooked Hillary, Lyin’ Ted, o Fake News, han logrado convencer a muchos estadounidenses de que Hillary Clinton es corrupta, Ted Cruz es mentiroso (bueno, ese tal vez es cierto) y de que CNN y básicamente todos los medios excepto Fox, son “de mentiritas” o peor, el enemigo.
Y no me desgastaré con ejemplos de Trump intentando crear realidades que no existen con “hechos alternos”, es decir mentiras. Hay demasiados y puede consultarlos todos en PolitiFact.
El punto es que debemos esforzarnos en buscar la verdad. Snyder sugiere alejarnos de las pantallas y leer libros de verdad. ¡Qué novedad! También sugiere practicar la “política física”, es decir, reunirse con amigos y vecinos para discutir temas de política, asistir a protestas, participar en campañas políticas. Físicamente convivir. Y claro, buscar fuentes de noticias confiables.
Espero que muchos adoptemos estas resoluciones para 2018. Nos ayudarán a mantener este hermoso experimento democrático. Aunque claro, proponerse hacer más ejercicio o bajar de peso nunca le hizo daño a nadie.
¡Feliz año, lectores!
Tania Del Rio vive en Eagle Hill en East Boston con su familia. Estudió la maestría en políticas públicas en la Universidad de Harvard y trabaja en la Oficina del Alcalde de Boston como Directora de Campañas de Diversidad. Le interesa promover la participación cívica de la comunidad Latina en Estados Unidos.
Email: taniadelriosolorzano@ gmail.com
Twitter: @TaniaDelRioS
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